Sin una buena escuela pública, no hay movilidad social
Desde el punto de vista socioeconómico, la movilidad intergeneracional hoy es baja en nuestro país. Las nuevas generaciones cada vez se parecen más a las de sus padres, es decir, tenemos menos movilidad. Esto afecta a la equidad en la acumulación de capital humano, ya que el nivel educativo de las familias es el factor decisivo del nivel educativo de sus hijos. La generación presente tiene menos movilidad social que la generación anterior. La igualdad de oportunidades educacionales es indispensable para fortalecer esta movilidad intergeneracional. Si tenemos en cuenta la historia de nuestra escuela desde la ley 1420, es evidente que vivimos un retroceso en cuanto a la igualdad de oportunidades para los niños y adolescentes.
La política educacional debe apuntar a una nueva escuela que asegure calidad en el aprendizaje para todos. Sin una buena escuela pública, no habrá movilidad social y consolidaremos la exclusión social. El principio básico de la justicia social, como sostiene Norberto Bobbio, es la vigencia de la igualdad de oportunidades, más allá de las circunstancias de origen económico, étnico, social o de género. Desigualdad y pobreza hacen que sean muchos los que quedarán marginados de los procesos educativos que deberían incorporarlos al nuevo mundo tecnológico. Esos muchos son los más pobres, hijos de pobres que, a su vez, tendrán también hijos pobres condenados así a la reproducción intergeneracional de la pobreza. Será difícil el crecimiento económico de nuestro país cuando, desde el comienzo, con esta gran desigualdad se derrocha el principal activo en la era de las nuevas tecnologías: el capital humano.
En esta fase histórica de la globalización es crucial la capacidad de las personas para adquirir, procesar y aplicar conocimientos en un mundo laboral con acelerada transformación de las destrezas. El escenario del trabajo se replantea de manera permanente, ya que para mantener la competitividad no alcanza con la especialización en los conocimientos presentes, sino que es imprescindible la adaptación a una frontera tecnológica en rápida transformación.
Es grave el peligro de una segmentación social entre quienes se incorporan capacitados a la nueva sociedad tecnológicamente avanzada, por un lado, y quienes, por el otro, quedan excluidos y, por lo tanto, marginados de los beneficios del incremento global de la productividad. Esta segmentación laboral amplía la brecha de remuneraciones entre personal calificado y no calificado.
Desde hace 20 años, el Ministerio de Educación realiza Operativos Nacionales de Evaluación (ONE) para determinar el nivel de conocimientos de los alumnos primarios y secundarios. Año tras año estos relevamientos ponen en evidencia la ausencia de igualdad de oportunidades. Los resultados siempre indican valores superiores para las escuelas privadas urbanas, que superan los puntajes de las escuelas estatales urbanas, mientras que ambas superan siempre a las escuelas rurales.
Por ejemplo, los resultados del ONE de 2007 exhiben grandes desigualdades en el nivel de conocimientos de matemática de los alumnos del último año secundario. El promedio nacional indica que 44,7% de estos alumnos exhibía un nivel bajo de conocimientos. Pero, mientras apenas 16,9% de los alumnos de escuelas privadas de La Pampa estaban en ese nivel bajo, el 80,7% de los alumnos de las escuelas estatales de Catamarca se ubicaban en el mismo preocupante nivel.
Las desigualdades regionales son altas, ya que en el NOA y el NEA más del 70% de los alumnos secundarios de escuelas estatales exhiben un nivel bajo. El área metropolitana también nos muestra lo lejos que estamos de la igualdad de oportunidades. Mientras el 22,5% de los alumnos de escuelas privadas de la ciudad de Buenos Aires registra un nivel bajo, a pocos kilómetros, más del doble de los alumnos de escuelas estatales del conurbano se ubican en ese escalón, que abarca al 54,7% del total.
Durante 2010 tuvo lugar el Censo de Finalización de la Escuela Secundaria. En la prueba de matemática, la CABA ocupa el primer lugar, seguida por Río Negro y La Pampa. En tanto, nueve provincias del NOA y del NEA se hallan en los últimos lugares. No se registran diferencias entre escuelas privadas y estatales, y no porque hayan desaparecido, sino porque ahora el Censo las sustrae del conocimiento público.
Así, se está impidiendo tener una visión más precisa del mapa no sólo provincial, sino también por tipo de gestión escolar, del nivel de conocimientos de los niños y adolescentes que acuden a las escuelas primarias y secundarias. La información sobre la educación es un bien público y, por lo tanto, debe ser puesta a disposición de la sociedad de la manera más transparente.
Las restricciones impuestas al acceso a la información sobre educación son extrañas en el resto del mundo, ya que nuestra ley de educación nacional no permite difundir los resultados por escuela. Tal prohibición perturba la posibilidad del mejoramiento de la calidad educativa.
Tan poco razonable es esa prohibición que la mayoría de las naciones transita por el sendero opuesto, utilizando los datos por escuela para identificar sus deficiencias y poder así superarlas. Por ejemplo, desde 2007, en Brasil, se elabora y publica un índice de desarrollo de la educación básica (IDEB ) de cada escuela. El año último se publicaron los resultados de cada una de las 40.400 escuelas primarias, verificándose así el avance de cada una hacia las metas superadoras fijadas para 2022. La meta en Brasil es alcanzar ese año el mismo nivel de conocimientos de los niños de los países más desarrollados.
El IDEB se utiliza para procurar que todas las escuelas avancen según las metas trazadas. Cualquier padre en Brasil puede ingresar por Internet en esta información. Lo mismo ocurre en otros países, como Colombia, Chile y México. La información sobre la situación de cada establecimiento escolar no es un instrumento de "estigmatización" como supone infundadamente nuestra ley, sino todo lo contrario. Permite diseñar iniciativas concretas y eficaces para mejorar la situación de las escuelas con problemas. La evaluación por escuela es un instrumento para implementar medidas efectivas a fin de mejorarlas, no para tener un simple ranking de los primeros y los últimos.
Nuestros niños sin acceso a una educación de calidad no se encuentran estigmatizados porque se reconozca esta preocupante realidad, sino porque les estamos cerrando las puertas hacia un futuro mejor.
Conseguir matrícula en los jardines de infantes, una odisea
En cinco años creció 62% la inscripción de chicos de un año en la Capital; la oferta de escuelas no cubre la demanda

Rocío, de tres años, sabe que el año que viene irá a la escuela. Está contenta y se lo cuenta a todos. Pero aún no sabe adónde. Desde hace tres meses su madre recorre jardines de infantes, de gestión pública y privada, de jornada simple y doble, cercanos y lejanos de su casa, en Palermo. Pero no tiene éxito. En los últimos cinco años "explotó" la matrícula en las salitas de 2 a 4 años y se mantiene el crecimiento del nivel inicial por sobre los demás niveles. Sólo en la ciudad de Buenos Aires la cantidad de niños de un año "escolarizados" aumentó, entre 2008 y 2013, 62%.
En tanto, la salita de dos años aumentó, en ese mismo período, 49% y la de cuatro y cinco, el 7% y el 6%.
No obstante ese incremento, según datos oficiales, este año quedaron 4388 niños de uno a tres años en lista de espera de jardines maternales de la ciudad. El crecimiento del nivel inicial -que incluye salas maternales, escuelas infantiles y jardines de infantes y es considerado una unidad pedagógica con diseño curricular propio- también es el mayor a nivel nacional, según el último registro de la evolución de la matrícula entre 2006 y 2011, publicado por el Ministerio de Educación de la Nación en el Relevamiento Anual 2011. Mientras que la matrícula total del sistema educativo nacional, que albergaba para 2011 a 11,5 millones de alumnos, creció en promedio el 8%; la del nivel inicial lo hizo en un 17%. Donde más creció fue en Mendoza, Santa Cruz, Chubut y la Capital.
"Este año hubo una explosión en la matrícula de lactarios y de bebes hasta dos años. En esa edad estamos desbordados. El Estado no alanza a cubrir las necesidades", dijo a LA NACION Silvina Puhlovsky, vicepresidenta de Asociación de Jardines Maternales e Infantiles Privados de la República Argentina (Ajmipra), que reúne a un centenar de jardines de todo el país.
Puhlovsky, que también es directora general de Magic Room, un jardín con sedes en Belgrano y Flores, afirma que "los jardines maternales y jardines de infantes que no tienen preescolar registran un ingreso tempranísimo al sistema educativo, el de los bebes desde un año o un año y medio".
Según Elvira Milano, miembro de la comision directiva de la Organización Mundial para la Educación Preescolar (OMEP) y directora del Instituto Integral del Sud, en San Telmo, "este año explotó la matrícula". El crecimiento en la cantidad de alumnos, que estimó en cerca del 20%, la obligó a abrir una lista de espera, práctica a la que no había recurrido ese instituto en sus cuatro décadas de historia.
Tanto Puhlovsky como Milano tienen contacto diario con centenares de padres. Ambas entienden que la decisión de "escolarizar" tempranamente a los bebes y niños pequeños responde a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. "Por la inflación los padres salieron a recuperar su sueldo trabajando más horas", dijo Milano. "Ahora el niño nace y la mamá está trabajando; no pueden dejar el trabajo tanto como quizá se hacía antes", dijo Puhlovsky. Y agregó que, a pesar de las dificultades de encontrar vacante en un jardín, "es más difícil todavía encontrar una buena empleada para dejar en la casa al cuidado del chico".
La necesidad económica se sumó al impulso dado por la ley federal de educación, que estableció la obligatoriedad del preescolar. Gustavo Lesbegueris, responsable del área de Derecho a la Educación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, informó que en la Capital hay 704 unidades educativas de nivel inicial a los que asisten 116.879 niños desde 45 días a cinco años. De esos establecimientos, 476 son de gestión privada, y en 2012 tenían 65.914 alumnos. Y son de gestión pública 228, que el año pasado tenía 50.965 alumnos.
"El 74% de los jardines privados están ubicados en zona norte", dijo al aludir a una realidad también admitida desde hace por el gobierno porteño. En la ciudad de Buenos Aires hay escuelas con capacidad de recibir a más alumnos en la zona norte, donde hay menor cantidad de población en edad escolar y, en oposición, hay más niños en el sur porteño con pocas escuelas que, además, son pequeñas por lo que no se pueden sumar alumnos.
La viceministra de Educación del gobierno de Mauricio Macri, Ana Ravaglia, afirmó que "avanzar en la cobertura" del nivel inicial sigue siendo un desafío para la gestión. Y recordó: "Cuando llegamos al gobierno había un faltante en nivel inicial de más de 8000 vacantes". Desde entonces, dicen haber construido 33 nuevas escuelas, ampliado 26 edificios -16 de ellos en la zona sur- y generado en total unas 12.000 vacantes. Sin embargo, no se alcanza a cubrir íntegramente la demanda, dicen, debido al crecimiento vegetativo de la ciudad. "En total, ahora faltan unas 3000 vacantes en la zona sur y sobran también otras 3000 en otras zonas", dijo Ravaglia.
Tampoco dan abasto los jardines de gestión privada, que no se reproducen al ritmo de la demanda debido, según Silvina Puhlovsky, a las dificultades para cumplimentar la nueva reglamentación que rige sobre la seguridad en los edificios y para mantenerse al día con el impuesto de ingresos brutos que, según la Ajmipra, no corresponden a una actividad educativa.
"Algunos cobran más de 3000 pesos sólo la matrícula; otros tienen una sola maestra para treinta chicos -dijo la mamá de la pequeña que sigue soñando con tener una seño y compañeritos con los que jugar y aprender-. En dos, que me gustaron, no me aceptaron porque ya tienen todo lleno desde hace dos años. Yo no sabía que tenía que inscribir a Rocío para sala de tres cuando apenas había nacido.".
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